Juan ignacio Brito

Nuevos tiempos, nueva política exterior

JUAN IGNACIO BRITO Profesor de la Facultad de Comunicación e investigador del Centro Signos de la Universidad de los Andes

Por: Juan ignacio Brito | Publicado: Miércoles 2 de febrero de 2022 a las 04:00 hrs.
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Juan ignacio Brito

Las bases de la política exterior chilena actual fueron construidas tras el retorno de la democracia, cuando el mundo parecía avanzar inevitablemente hacia un orden liberal encabezado por Estados Unidos, la superpotencia única. Chile inició una etapa y se acomodó al escenario de posguerra fría, reinsertándose en la comunidad internacional tras el aislamiento que sufrió durante el régimen militar, promoviendo un regionalismo abierto que nos incorporó con fuerza a la economía globalizada, solucionando las antiguas querellas limítrofes con Argentina, buscando un arreglo difícil con Perú y enfrentando los sinsabores del no-vínculo con Bolivia.

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Pero las cosas han cambiado allá afuera y ahora el país necesita renovar su política exterior. El ambiente geopolítico internacional se halla en una transición donde colisionan los intereses de potencias emergentes con ambiciones (China, India, Turquía), viejas potencias que buscan reposicionarse (Rusia, Japón, Irán), y grandes potencias con dudas existenciales (Estados Unidos, la Unión Europea). El orden liberal ha cedido espacios al proteccionismo y el nacionalismo, mientras que la democracia retrocede y el autoritarismo gana presencia.

Dado que Chile es un país que sigue las pautas internacionales y no un líder que las fija, es necesario replantear la manera en que aspira a jugar en esta nueva cancha. No sirve tratar de hacer como que nada ha pasado y esconder la cabeza ante realidades insoslayables.

Por ejemplo, la creciente rivalidad entre Estados Unidos y China es un dato que nuestra diplomacia debe afrontar. Hasta ahora, Chile ha hecho justo lo contrario: ha invocado una neutralidad que funciona mejor en la teoría que en la práctica, mientras la temperatura sube entre Washington y Beijing. Pero las intensas relaciones económicas con ambas potencias hacen inevitable que nuestro país tome decisiones, en especial respecto de China, que es la potencia que recién llega al vecindario latinoamericano, posee un sistema político contrario al nuestro y exhibe una política económica basada en el mercantilismo.

Ha habido controversia alrededor de inversiones chinas en ámbitos clave para la seguridad nacional, como la energía, y también un pésimo manejo en la fallida adjudicación de los pasaportes a un consorcio en el que tenía participación la empresa china Aisino. El episodio terminó en papelón, luego de que Estados Unidos advirtiera que el proceso amenazaba la continuidad del programa visa waiver y el Registro Civil cancelara la licitación. La falta de una definición puede terminar siendo costosa… hasta vergonzosa.

Ahora que Chile también ingresa en una nueva etapa, es necesario ser cuidadosos para definir la manera en que el país interactuará con el mundo. En esto le cabe un rol especial al nuevo gobierno y a la Convención Constitucional, que parecen no advertir las consecuencias diplomáticas y geopolíticas de algunas posturas que han sido abrazadas con más entusiasmo que reflexión. Un ejemplo es la plurinacionalidad, hasta ahora solo contemplada desde la óptica de las reivindicaciones indígenas, pero que puede provocar efectos internacionales relevantes, en especial si se considera el proyecto en curso del expresidente Evo Morales por configurar una América plurinacional que trascienda los Estados y sus límites.

Los tiempos nuevos demandan cambios. No se trata, sin embargo, de innovar por innovar, sino de fijar con claridad y reflexión los principios e intereses que Chile aspira a promover para moverse en un entorno distinto y desafiante.

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